El calamitoso profesor Kelp (Jerry Lewis), consigue crear
una fórmula química de su invención mediante la cual transforma su torpe
personalidad en Buddy Love, un ser arrollador pero arrogante y con un espectacular
talento para la música. Una especie de Dean Martin. Por supuesto, el innovador
descubrimiento ha sido motivado por la secreta ambición de seducir a una de sus
alumnas, Stella (Stella Stevens). Pero poco a poco se van confundiendo ambas
personalidades. El propio Lewis dirige esta pequeña maravilla de la comedia
americana de los sesenta, inspirándose en la novela epistolar Doctor Jekyll y Mister Hyde, con un
finísimo sentido del humor y un exquisito buen gusto para la puesta en escena y
para los números musicales, a cargo de la Big
Band de Les Brown y del mismo cómico. De hecho, el Rey de la comedia se aleja del
histrionismo en los movimientos de cámara, en los encuadres y en el montaje
para servir en bandeja un producto de elegante sencillez y suficiente ingenio,
como en El terror de las chicas. Por
su parte, Hal Pereira materializa un ambiente ultra pop, donde los decorados, el vestuario y los maquillajes
subrayan la colorista, chillona pero, finalmente, equilibrada propuesta estética. Gags inteligentes,
sorprendentes, divertidos, rodados con un estilo que recuerda a Jacques Tati, a Blake Edwards y a What a Way to Go y que resulta ligeramente inspirado en los cartoons de la Warner Bros.
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