Hermie, Oscy y Benjie, tres jóvenes amigos, pasan las
vacaciones con sus padres en una isla de Nueva Inglaterra y viven un verano en
el que conocen toda clase de experiencias lúdicas y formativas. Muchas veces se
ha contado en el cine el despertar sexual de un grupo de adolescentes. Sin
embargo, nunca se ha hecho con la elegancia y la sensibilidad características
del estilo cinematográfico de Robert Mulligan. Respetando con escrupulosa fidelidad
la novela original de Herman Raucher, Mulligan retrata los dubitativos
escarceos amorosos de Hermie (Gary Grimes), quien descubre la experiencia
erótica en un mundo lleno de prejuicios masculinos sobre el sexo y las mujeres
(los de Oscy, por ejemplo), con la única ayuda de su imaginación. La presencia
de Dorothy (Jennifer O’Neill), destrozada por la guerra, terminará por abrirle
la puerta a la madurez. Respecto de la fotografía, hay que señalar que el
trabajo de Robert Surtess es de una belleza plástica admirable, consiguiendo
extraer muchos matices lumínicos a las localizaciones californianas. Además, se
hace un uso muy apropiado de los filtros, para subrayar ese carácter mítico y nostálgico
del recuerdo del protagonista, ya que la historia nos es narrada,
retrospectivamente, en voz en off.
Con evidentes homenajes al cine USAmericano de los años cuarenta, la película
recuerda a otro trabajo de la época, La
última película, de Peter Bogdanovich, que, como este film, también tuvo una secuela. Por último, la hermosa BSO de
Michel Legrand ha entrado a formar parte de la historia de la música.
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