Sólo esta época
en que vivimos, con la mitad de su cuerpo en el futuro y la otra mitad en el
pasado, sería capaz de facturar un producto como este. Una película muda,
rodada en Blanco y Negro, sobre uno de los más conocidos relatos de terror de
Howard Philips Lovecraft, un escritor de “sombra, larga y esbelta”, en palabras
de Stephen King. Un escritor que es el propietario de una obra que viene gravitando sobre una buena
parte del cine fantástico contemporáneo, como ha señalado Slavoj Žižek a
propósito de El bosque. Lo cual queda
muy patente, además, en la excelente En
la boca del miedo. Andrew Leman dirige un sentido homenaje visual, costeado
por The H.P. Lovecrat Historical Society,
y redondea una muy vintage adaptación
de la obra del gran fabulador de Providence, con un respeto casi reverencial
por la letra del autor (incluido su arcaico inglés), con una convincente
recreación del tétrico ambiente de Nueva Inglaterra y con unas ganas locas de
someter el primigenio material a las más modernas técnicas visuales. El
resultado es, por momentos, fascinante, debido a su inquietante recreación del
terror cósmico de la obra original. Sin embargo, hay multitud de momentos
muertos, sin garra, estirados. Además, hay que resaltar la visión un tanto naïve de los FX y de los decorados, producto,
sin duda, de las limitaciones económicas, así como la grandilocuencia de la
BSO. En todo caso, constituye una adaptación a reivindicar, tanto por su
fidelidad como por los resultados artísticos, así como por su respeto al añejo cine de la Universal y de la RKO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario