Curioso y
pausado thriller del director de El sexto sentido, entre psicológico y de
especulación, con un notable trabajo de producción y de puesta en escena y
varios aciertos visuales. Sin embargo, en la línea del peor Hitchcock, el film está saturado de trampas e
incongruencias (la principal de las cuales es cómo se salva el protagonista del
accidente con el que comienza la historia), además de varios subrayados
sensibleros (como la de la lectura de la lista de las víctimas y de sus
respectivas ocupaciones). Por su parte, Bruce Willis, Samuel L. Jackson y Robin
Wright Penn decepcionan al espectador con sus previsibles interpretaciones,
llenas de gestos conocidos y de miradas circunstanciales, en un ambiente
generalizado de tristeza emocional. M. Night Shyamalan se esfuerza continuamente
por ser creativo con los encuadres y los movimientos de cámara, hasta el punto
de caer algunas veces en el ridículo (por ejemplo, cuando el hijo de Willis se
le acerca corriendo a la salida del hospital). Además, hay alguna escena alargada
innecesariamente. En todo caso, por encima de estos errores, consigue una aceptable
fusión de misterio y aflicción humana con varias atmósferas inquietantes y cuya
base más satisfactoria es el homenaje constante a las fantasías contenidas en
una buena parte del universo del cómic (convenientemente maniqueístas, en este
caso), sin ser arrastrado a algunas de las quimeras pulp de la Marvel, la DC o la Dark Horse, y más en la línea espiritual de American Splendor. Finalmente, conviene avisar que la película no
resiste un revisionado, entre otras razones por lo artificial de la propuesta
así como por la superficialidad psicológica de los personajes y de las
relaciones que entablan entre sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario