lunes, 3 de junio de 2013

Wake in Fright (Aka Despertar en el infierno; Aka Outback)

4*

Hay películas que sacuden al espectador, que le agarran del cuello y le revuelven en su butaca. Hay películas que bajo una capa de extraña bizarría y aparente simplicidad parece esconderse un profundo significado. Un significado que, sin embargo, se nos escapa o permanece abierto. Hay películas que nos llegan de países remotos (Australia en este caso), con culturas similares a las nuestras pero con formas y costumbres que nos separan por siglos. Hay películas que desasosiegan al espectador al retratar individuos violentos, entregados a la destrucción y ajenos al mundo de las emociones y de la empatía. Hay películas que muestran una forma de vida con la que no queremos trato pero que nos ofrece una extraña hospitalidad. Hay películas sucias por fuera y por dentro, llenas de polvo, pasiones y alcohol. Hay películas que requieren la entrega absoluta de sus actores (Donald Pleseance y Gary Bond en este caso), la lucidez de sus artífices (Ted Kotcheff) y la sensibilidad de una fotografía que no tiene miedo a mostrar la claustrofobia a plena luz del día (Brian West). Hay películas que resisten el paso del tiempo y se transforman en pequeñas joyas que la historia del cine poco a poco se esfuerza en recuperar. Pues bien, hay películas que son todo esto y mucho más. Wake in Fright es una de ellas.


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