Tres profesores,
dos amigos y una mujer, van de camino a Los Ángeles para ver un partido de los
Dodgers. Se les estropea el coche y tienen que parar en un taller de carretera.
Mientras intentan arreglarlo, aparece un tipo empuñando una pistola junto con
su novia. A partir de este momento, se sucederá un auténtico calvario. James
Landis escribe y dirige un tenso thriller,
montado en tiempo real y basado en la historia del asesino adolescente Charles
Starkweather. Supone, por tanto, la primera adaptación de la tragedia criminal
de la pareja de infantilizados psicópatas, antes de la lírica y contenida Malas tierras y de la excesiva y
videoclipera Asesinos natos. Y antes,
además, de Stark Raving Mad, Kalifornia y Starkweather. Magnífica interpretación del semi desconocido y
cejijunto Arch Hall jr, en el papel de psicópata protagonista, repleto de
amoralidad, sinrazón y sadismo pero sin un pelo de tonto, como el autoestopista
de la película de Ida Lupino. Meritoria labor fotográfica de Vilmos Zsigmond y
gran trabajo dramático con el espacio y el tiempo, al componer una historia
que, si bien no es la obra maestra que se pregona por ahí, sí es un film beneficiado por el paso del tiempo,
aunque el final es de un convencionalismo del todo punto contradictorio. Y,
además, moralista.
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