sábado, 5 de julio de 2014

Antes del anochecer

3*

Aristóteles nos aseguró que somos animales sociales. Y, también, que somos seres dotados de lenguaje. El lenguaje permite ponerle nombres a las cosas del mundo exterior. Y también a las entidades de nuestro mundo interior. El lenguaje nos permite entender lo que nos pasa y lo que nos rodea. Incluso nos permite entender, con todos los problemas que ello supone, lo que les pasa a los demás. El lenguaje es la casa del ser, como decía Heidegger. Pero el cine no es meramente lenguaje. O, por lo menos, no es meramente lenguaje hablado, mucho menos escrito. Y esta tercera parte de la trilogía de Richard Linklater sobre el periplo vital de Jesse y Celine (Hawke y Delpy) acaba chirriando por una desmesurada y neurótica presencia de lenguaje, a través de interminables conversaciones y discusiones. Lo que en las dos primeras entregas se compensaba mediante la inclusión natural del silencio y la imagen, en esta entrega es pura verborrea. Los personajes son los mismos, hay continuidad en su evolución temporal y vital, los temas que tratan son importantes y hay chispa en varios diálogos e, incluso, en las emociones que transmiten algunas escenas, pero la mejor forma de retratar una pareja que ronda los cuarenta no es hacerlos hablar durante casi dos horas sin parar. Además, en el mundo hay algo más que la vida en pareja y la profesión de cada uno. En cualquier caso, el film es una delicia para el intelecto, un estímulo para el cinéfilo y un acicate para todos aquellos enamorados del amor, como aquel personaje de Truffaut.


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