En un pequeño pueblo del countryside
inglés ha ocurrido una cosa muy extraña. Durante unas pocas horas, todos sus
habitantes han perdido el conocimiento. Al despertarse, todas la mujeres parecen
haberse quedado embarazadas y, tras el parto, los niños, rubios y con unos ojos brillantes, parecen constituir una comunidad muy particular. Los científicos,
los doctores y los militares comienzan a investigar los hechos. Wolf Rilla dirige
esta pequeña maravilla de la especulación científica de los sesenta (o Sci-Fi), que materializa la primera de
las adaptaciones que de la novela de John Windham, The Midwich Cuckoos, se han llevado al cine. La segunda es del
maestro del fantástico John Carpenter. Tal y como resume David Pringle, se trata de "un cuento sobre una invasión extraterrestre mediante inseminación artifical". La historia está muy bien narrada, con
múltiples elipsis y abducciones
narrativas (como diría Ch.S Peirce), que agilizan continuamente la acción.
Además, está muy bien planificada y montada (como el film de Carpenter) y el desarrollo y el climax son bastante
meritorios, tratándose de un argumento tan sorprendente y controvertido para la
época (pensemos en el embarazo de mujeres vírgenes, por ejemplo). Por otro
lado, la película presenta ligeras pinceladas, casi imperceptibles, de crítica
socio-política (así como esporádicos homenajes al cine clásico de la Universal).
No por casualidad, el film está rodado
en plena Guerra Fría. George Sanders y la primera dama del terror británico, Barbara
Shelley, bordan sus esquemáticos papeles. 4 años más tarde, Anton Leader
rodaría una especie de continuación, Los
hijos de los malditos.
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