martes, 22 de julio de 2014

El fotógrafo del pánico (Aka Peeping Tom)

4*

Influenciado por las investigaciones de su propio padre (un cameo autoirónico del propio Michael Powell), el operador y fotógrafo erótico Mark Lewis (Carl Boehm) asesina mujeres para filmar su miedo ante la muerte. Película incomprendida en su momento, produjo tal escándalo cuando se estrenó que supuso el declive definitivo de la carrera del director, por la violencia y el sexo que mostraban sus fotogramas. Sin embargo, hoy en día constituye una de las más sutiles reflexiones sobre el acto de filmar, sobre el cine en general y sobre el voyeurismo mórbido que suele agazaparse detrás de nuestra necesidad de mirar (un comportamiento sublimado recientemente en la conquista de nuestras ciudades por parte de las cámaras de vigilancia). Estrenada el mismo año que Psicosis o La máscara del demonio, Peeping Tom (en su título original) constituye una producción con dos niveles bien diferenciados: el de un thriller con psicópata (nivel material) y el de una investigación sobre sus impulsos voyeurísticos y psicoanalíticos (nivel metaficcional). Con una enorme capacidad de resonancia, sus efectos completos solo suelen aparecer en el espectador tras varios visionados, por la naturaleza gaseosa y aparentemente trivial de la inmensa cantidad de detalles de que está compuesto el film. Michael Powell se adelanta a varias producciones míticas sobre el mundo del cine, desde El cuchillo en el agua o Impacto hasta Blow Up o Arrebato. Como curiosidad, la iluminación de Otto Heller ha influido poderosamente en directores como Mario Bava y en operadores como Ubaldo Terzano, por ejemplo. 

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