Adaptación de una obra de teatro que, a su vez,
proviene de una novela que, al parecer, fue muy exitosa en la época, tal y como
se anuncia al comienzo de la película (curioso inicio para una película de John
Ford, por otro lado). Aunque el guión sea del gran Nunnally Johnson, la
película cuenta una historia destartaladísima que recuerda claramente a las
exageraciones de Los Simpson cuando
describen la forma de vida de Cletus Spuckler y su familia, o esas parodias white trash de la vida sureña, de dudosa
moral, presentes en algunas lecturas de la obra de William Faulkner y otros
autores Southern. Y es que todo el film desprende un humor vulgar, muy
exagerado, excesivamente idiosincrásico y sin nada de gracia. Como de otro
tiempo, vamos. Un humor que, por otro lado, no es apropiado para el tipo de
tragedia que se está contando. Además, la descripción de la realidad social del
momento y del lugar (Georgia) así como la visión candorosa de las clases
propietarias es de una ingenuidad que solo esconde su carácter
demagógico. En cualquier caso, lo mejor de la producción es, sin duda, la
presencia de una jovencísima Gene Tierney, aunque su personaje, como el de Dana
Andrews, es tan innecesario como inconsecuente. Un film que tiene más fama que sustancia.
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