En 1957, en plena Guerra Fría, el
otrora interesante Josef von Sternberg rodó un canto al American Way of Life que es, en realidad, un canto al capitalismo a
la vez que una crítica pelada del comunismo no stalinista. Un piloto de la URSS,
sospechoso de deserción, es apresado por la fuerza aérea USAmericana y llevado
a territorio “libre”, dando lugar a una dialéctica entre ambos mundos,
representada por Janet Leigh (en el papel de Olga Orlief, piloto bolchevique) y
por John Wayne, Coronel Jim Shannon (quintaesencia del conservadurismo
americano). Todo ello como si de una película de Doris Day se tratara y con una
imbecilidad alarmante, solo comparable a la opinión que las élites de
Washington y de Hollywood (ese Washingwood
político-cultural) tenían respecto del intelecto de sus conciudadanos, por no
decir algo peor (que la CIA conocía a la perfección). Ya La bolchevique enamorada, novela de Manuel Chaves Nogales,
publicada en 1929, había nacido de la accidentada peripecia aérea del autor en
la Unión Soviética, con lo que la historia, en sí, tampoco parece muy
innovadora. Sternberg se juega su prestigio y lo pierde, y ello pese a su
rotundo uso del color (por obra y gracia del gran Wilton C. Hoch) y ello, del
mismo modo, pese a los extraordinarios primeros planos, obra de un director que
pinta hermosos retratos en 24 fotogramas. Si alguien quiere defender
políticamente al país de las oportunidades (las que da el dinero), que aprenda
la retórica del centro comercial y del consumismo, tal cual se muestra en esta capsula
del tiempo fílmica, auténtica muñeca de un museo de cera que ya nadie desea
visitar. Por cierto, estamos ante un misterio de Cuarto Milenio ya que el guionista es Jules Furthman. Nada menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario