viernes, 19 de febrero de 2016

Fanny "Pelopaja"

3*

Dejó escrito C.S. Lewis, en Los cuatro amores, que el amor tiene cuatro caras: el cariño, la amistad, la caridad y el eros. Pero de lo que no habló es del “encoñamiento”. Sí, no dijo nada de la pasión descontrolada. Y eso es porque, seguramente, encoñarse no es amar. Y, sin embargo, se puede hacer cualquier cosa bajo esa pasión. O se puede sufrir casi cualquier cosa. Vicente Aranda es un director español que se ha especializado en mostrar el sexo en la pantalla grande. El sexo en su contexto, en su momento histórico, en una trama que le de sentido. Y nunca antes, probablemente, lo había hecho con tanta intensidad y coherencia como en este sórdido thriller de venganza, ambientado en esa Barcelona tan bien retratada por el Carlos Giménez de Rambla arriba, Rambla abajo, y protagonizado por dos actores extranjeros, producto de la coproducción: Fanny Cottençon y el gran Bruno Cremer. El film es violento, directo, usa un lenguaje barriobajero y hay varias escenas contundentes, tanto en el plano de la violencia como en el de la sexualidad. Hata cierto punto, es una película que puede ser interpretada como una de las últimas obras quinqui de la filmografía española. Pero poco más. La historia no levanta el vuelo en ningún momento, no trasciende su particularidad y el guión tiene algunos rincones sucios y oscuros, y eso que está basada en una estupenda novela de Andreu Martín, Prótesis, en la que el protagonista, “el dientes”, era un hombre. Aquí se nota la personalidad de Aranda. Y la influencia de films como Alien. Aunque, en realidad, hablando en general, el título sorprende al espectador contemporáneo por su palpitante violencia. Técnicamente, por cierto, la cinta tiene varias cuestiones mejorables, como la iluminación.

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