jueves, 28 de abril de 2016

El síndrome de China (Aka The China Syndrome)

3.5*

Después del éxito del cine de catástrofes, propio de una época (la irredenta década de los setenta) ávida de experiencias cinematográficas morbosas, más o menos increíbles, había que contar las amenazas reales a las que está expuesta “la sociedad del espectáculo”. Por eso proliferaron, a finales de la década, varios disaster films, digamos, “reales” y críticos, es decir, sobre situaciones que pueden asolar perfectamente nuestra forma de vida y que, de hecho, en muchos casos, están en la base de la misma (especialmente con empresas sin escrúpulos de por medio). Por ejemplo, el riesgo de la energía nuclear, en varias de sus formas, no solamente como Holocausto Nuclear. Con el compromiso y la producción del propio Michael Douglas, un desconocido James Bridges rueda una muy bien narrada y muy tensa historia sobre una central nuclear que está a punto de ocasionar un auténtico estropicio en el idílico territorio de California. En este sentido, es modélico el final elegido. Jane Fonda y Jack Lemon regalan dos personajes admirablemente interpretados, al igual que el propio Douglas, o los veteranos Scott Brady, James Hampton, James Karen, Peter Donat, Richard Herd o el carpenteriano Wilford Brimley. Con una factura cuasi televisiva, The China Syndrome (y, luego, películas como Silkwood, Plutonium o Alerta atómica) puso en contacto a la población USAmericana con los riesgos de la energía atómica, luego confirmados por variados accidentes, como el que ocurrió solo unos pocos días después en Pensilvania. Pero está visto que los seres humanos no tenemos memoria. Y así nos va.

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