Durante un viaje nocturno en
coche, con una llovizna perpetua, Eduardo, un cobrador, regresa con 100.000
pesos en su bolsillo (“en billetes
chicos y grandes”). Durante la noche, recogerá a 4 indios y les llevará en el
auto, ocasionando y sufriendo extrañas situaciones de tensión. El protagonista
es un hombre ordinario (casado, con una hija y con una amante), con los miedos
y frustraciones propios de su clase social. Los indígenas acaban de enterrar a
una hermana, una chiquilla, hablan en su lengua, uno de ellos va “tomado” y han de llegar a la misma ciudad,
ya que son albañiles y van a una obra. El film
funciona como una especie de thriller
pero también como metáfora de un colonialismo y una multiculturalidad ruda y desigual (ese cartel
en la carretera que dice “la solución somos todos”). Mientras los aborígenes se
dediquen a bailar y a tocar su música en las puertas de las iglesias, todos
felices. Mientras se dediquen a laburar en la construcción, todo perfecto. Ahora
bien, si nos mezclamos con ellos, las cosas ya no son tan fáciles. En fin, con
tamaños ingredientes, la enchilada está servida. Sergio Olhovich dirige con una
sobriedad casi televisiva, pausando el ritmo y la trama, desarrollando un clima
de opresión y paranoia, a través de un “viaje sin fin” hasta el dramático desenlace. “Solo habían sido unos indios”. Estamos ante la adaptación
de un cuento del mexicano Juan de la Cabada, auténtico defensor de la cultura
indígena. De ahí, evidentemente, el irónico final.
apuntada queda
ResponderEliminargracias
Querido Anónimo: muchas gracias por tu comentario. Y Zineface espera que disfrutes del film. Un placer.
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