Un thriller canadiense del gran Claude Chabrol, con la estimable
presencia de Donald Sutherland como investigador de la policía que trata de
desentrañar un misterio tras el asesinato de una joven y las declaraciones de
una superviviente (la bella del momento). La película comienza como un slasher (guiño al propio Donald
Pleasance), continua como un policíaco y hace un par de paradas en el giallo (no por casualidad aparece David
Hemmings). Es decir, algo así como un Don’t
Look Now pero sin esa extraña aura de misterio y suspense que caracteriza a
la obra maestra de Nicholas Roeg. Precisamente por esto mismo, estamos ante una
de esas correctas adaptaciones que el director gabacho ha realizado de textos
clásicos de la literatura negra USAmericana pero sin salirse mucho del género,
salvo por los derroteros mencionados, totalmente coyunturales por otro lado
(tanto por el slasher como por el giallo). Como dice Caparrós Lera,
estamos ante un film de intriga policíaco-psicológica,
“en la línea morbosa del último Hitchcock, pero sin la categoría artística de éste”.
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