Seco, lapidario y violento thriller setentero, dirigido con astuta
sobriedad por el secretamente admirado director de El ex-preso de Corea, John Flynn, y que supone un hito considerable
en el cine hardboiled de la época.
Sobre una historia que nace de la misma fuente que la del clásico A quemarropa (del mismo novelista),
Robert Duvall y Joe Don Baker componen dos contundentes y desencantados
ladrones de poca monta que deben recuperar una suma de dinero en concepto de “indemnización”.
Por supuesto, la organización criminal hará todo lo posible para no soltar la
guita. Karen Black, como siempre, estupenda en su papel. Y Robert Ryan y Joanna
Cassidy aciertan al poner sus rostros y ademanes a un jefe del hampa y a su
respectiva amante. La planificación, el montaje, la roñosa ambientación, ese
realismo descarnado (producto del desaliento post sesentero), la BSO (del gran
Jerry Fielding), todos estos elementos ayudan a disfrutar un film que está a la misma altura que La noche se mueve, Carne viva, Un largo adiós,
Libertad condicional, Quiero la cabeza de
Alfredo García o El confidente:
es decir, que está al mismo nivel de calidad técnico-artística que este grupo
de neo film noir que juegan en la
liga B pero que son tan buenos como muchos de los de la liga A (El padrino, French Conecction, Serpico,
Yakuza, Harry el sucio o Klute).
Gracias! El final me recuerda que me gustaría leer una pastilla sobre Klute.
ResponderEliminarQuerido Anónimo: sin duda alguna, habrá una PastillaCrítica de Klute. Muchas gracias por tu comentario espoleador!
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