El éxito del video musical de Thriller, dirigido por John Landis a
comienzos de la ultraconservadora década de los ochenta, propició que el mundo de
los muertos vivientes llegara a las pantallas de todo el mundo y se hiciera mainstream. Bueno, el video de Michael
Jackson y la filmografía de George A. Romero, para qué negar lo evidente. Entre
las producciones fantaterroríficas que salpicaron de sangre, vísceras y
cerebros purulentos los maravillosos años ochenta, destaca la producción de Dan O’Bannon, El regreso de los muertos
vivientes, una película simpatiquísima de cuyos imberbes espectadores
admiraron, por igual, su humor negro, sus efectos especiales truculentos y sus
tintes erótico festivos. Además, había un marcado mensaje anti gubernamental, una
recuperación nada nostálgica del punk
y un enaltecimiento del género zombie.
Tres años después de este suculento bocado, el guionista y director parece
sacarse de la manga una especie de remake
(o versión simple) del film de 1985.
Aunque, eso sí, enfocado a un público más adolescente y no tan marcadamente
juvenil. ¿Qué tienen en común ambas películas? La premisa: un barril cae por
accidente de un camión militar y la lía parda en un pequeño pueblo. En el film
de O’Bannon en un cementerio. En el segundo caso, en una pequeña ciudad
USAmericana en construcción. Un buen programa doble para ver con la chavalería.
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