Rich Moore es el nombre del
director de este film (sic). Y con
este dato comienza esta PastillaCrítica.
Dos de los fenómenos más curiosos de la historia del cine, a comienzos del
siglo XXI, es la proliferación de la series de televisión así como la
aparición de toda una industria dedicada a hacer películas de animación (tanto
analógica como digital) dirigida al público adulto. Pixar y Disney son los dos
faros más conocidos de este último fenómeno. Pero ambas pertenecen al mismo holding, con los que sus historias, personajes
y motivos, ahora son los mismos (junto con sus guiños a clásicos de la
literatura universal como Alicia en el
país de las maravillas o El mago de
Oz). En esta ocasión, volvemos a encontrarnos con la vieja excusa argumental y narrativa de la Disney (alguien que no está contento con su
situación pero que, tras varias peripecias, acaba aceptando su “destino”)
aunque, esta vez, situada en el mundo de los videojuegos (en particular, en ese
mundo de chuches, color rosa o color “salmón”, de Sugar Rush). Esta estrategia retro digital no puede ocultar que
está dirigida al público cuarentón (aunque también puede gustar a los
treinteañeros) pero, en casi ningún caso, podrá divertir al público más joven.
La animación es elaboradísima (faltaría más) pero los valores morales de la
historia (que incluyen una defensa del militarismo más rancio) así como el
mensaje (y la boda) final son de un conservadurismo vergonzoso (es decir, no hay
ningún tipo de sofisticación o progresía ética). El bueno se casa con la
militar mientras el feo, malo e inadaptado se queda trabajando en la “fábrica”.
Por cierto, detrás del diseño del personaje principal, el espectador avezado
encontrará al protagonista de The Sadist,
de 1963.
No hay comentarios:
Publicar un comentario