El universo Marvel se expande imparablemente. Como quería Robert Rodríguez, Sin City pretendía ser una traslación
del cómic al cine, más que una adaptación de la obra maestra de Frank Miller.
Traslación: esta es la palabra que mejor define el enorme esfuerzo
Hollywoodiense para llevar a la pantalla algunas de las maravillas del 9º arte.
En esta ocasión, James Gunn tenía la enorme responsabilidad de poner en 3
dimensiones (que, en el cine, se vuelven a transforman en 2) el complejo y
sofisticado mundo de los Guardianes de la Galaxia, un heterogéneo grupo de
superhéroes galácticos, creado en 1969 (aunque radicalmente renovado en 2008),
un mundo (el Canververso) que, por
personajes e historias, no ha disfrutado del éxito de otras creaciones grupales
de la Marvel, como La Patrulla X o Los Vengadores. Un poco como lo que pasó
con Hellboy. Por supuesto, gráficamente,
la película es una maravilla (atención, por ejemplo, a la llegada a la colonia
minera o la escena del enjambre de naves), aunque también es verdad que el
apabullante despliegue visual convive, en algunas ocasiones, con ciertas
escenas cuasi televisivas (por ambientación, decorado y maquillajes). Por otra
parte, la historia engancha desde el principio, sobre todo si tienes una edad
virtual predispuesta a esta clase de desvaríos híper-astronómicos y multi-culturales,
así como un sentido del humor desprejuiciado. Otra característica a su favor es
el despliegue de actores que pululan por la trama (los protagonistas más
Benicio del Toro, Michael Rooker, Vin Diesel, Glenn Close, John C. Reilly o el
propio Josh Brolin). Por todo ello, tanto si conoces el material previo como si
eres un auténtico neófito, esta película te podrá disparar a una galaxia
hiperbolizada, con diversas singularidades, para ver cómo podría ser el
Universo dentro de unos cuantos millones de años. Y te podrá sorprender y
entretener con ello. Pero, ojo, también te podrá aburrir y saturar. Depende del
tipo de público que seas.
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