miércoles, 30 de noviembre de 2016

Vigilante

2.5*

La familia Marino sufre el ataque de unos bandarras urbanos multiétnicos, produciéndose una enorme tragedia. Los compañeros de trabajo del marido, que vigilan las calles del barrio aplicando una justicia expeditiva, le aconsejan que se tome la justicia por su mano. Solo la ineficacia e inequidad del sistema judicial USAmericano le harán cambiar de opinión a la víctima del ataque. William Lustig, el director de Maniac, se apunta a la paranoia reaganiana sobre la inseguridad ciudadana y, sobre todo, a esa propuesta meta-republicana de que sean los propios ciudadanos los que vigilen sus comunidades. Sobre una idea calcada del cine de Charles Bronson y de Chuck Norris, y con una estética pandillera que recuerda al John Carpenter de Asalto a la comisaría del distrito 13, Lustig rueda un estimable film, desde el punto de vista visual, que, sin embargo, flaquea desde el punto de vista narrativo (vario tópicos, varios tiempos muertos, varias escenas alargadas innecesariamente, varios diálogos de telefilm Cannon), aunque algunas inesperadas resoluciones sorprenden al espectador (como la reacción de la mujer del protagonista). Con la presencia carismática de Fred Williamson, icono del cine blaxploitation de los setenta, y de Robert Foster, que luego fue recuperado para la causa cinéfila por el Jackie Brown de Quentin Tarantino. Entre el reparto, el espectador más implicado podrá contemplar la presencia, siempre estimulante, de pesos pesados del cine underground como Joe Spinell (que ya había trabajado con el director en su anterior cult movie) o Willie Colon, además de la participación de un viejuno de la talla de Woody Strode. En conclusión, un clásico de la época de oro del videoclub que, en la actualidad, solo sobrevive, fundamentalmente, por una pura y sana nostalgia.

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