Segunda película como director de
Clint Eastwood, tras el thriller poeiano
Escalofrío en la noche, y una vuelta
a sus orígenes Westernianos. Un
pistolero andrajoso y maloliente llega al polvoroso pueblo de Lago sin una razón aparente.
Los habitantes del mismo compran sus servicios para enfrentarse a una panda de
matones que tienen sometido al pueblo. De hecho, tiempo ha, esa misma pandilla mató a latigazos
al antiguo Marshall, con la
complicidad pasiva de todos los ciudadanos. Siguiendo un extraño y misteriso plan, el extraño pistolero convierte el pueblo en un Infierno figurado, para que el fuego pueda purificar todos
los pecados. Estilísticamente, Eastwood toma prestado múltiples elementos visuales de sus dos
maestros, Leone y Siegel, a los que les infunde un sello personal, que el
propio director irá desarrollando y mejorando conforme vaya avanzando en su
carrera (composición arquitectónica del paisaje, claroscuros en interiores,
personajes grisáceos, ritmo soñoliento en la trama, mensaje moral en el
argumento, figuras femeninas fuertes, etc.). A destacar la interesante plétora
de personajes secundarios, encabezada por el enano Mordecai (que recuerda al de
Los chicos del maíz) y por Verna
Bloom. Por cierto, el film tiene una
escena con una violación que resulta sorprendente y tremenda. Su siguiente
película como director, para sorpresa de sus seguidores, será un drama amoroso
entre William Holden y Kay Lenz, Primavera
en Otoño, otra prueba de que el actor siempre ha sido un artista que nunca
ha tenido miedo a reinventarse a sí mismo.
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