martes, 30 de abril de 2013

Mis 5 imprescindibles de Jane Campion:

-       Un ángel en mi mesa (1990).
-       El Piano (1993).
-       Retrato de una dama (1996).
-       Holy Smoke (1999).
-       Bright Star (2009).



Navajeros

3*

El cine quinqui, propio de una época y de una coyuntura industrial, permitió a una estirpe de cineastas valientes radiografiar buena parte de la sociedad española siguiendo el rastro de varios submundos de delincuencia, droga y prostitución. Las dos partes de El Pico, Yo, “el vaquilla”, Colegas, Perros Callejeros y esta, Navajeros, fueron la punta de iceberg de un fenómeno sociológico que tuvo escaso reconocimiento crítico: el del cine barriobajero, que se mantiene como un subgénero dentro del cine político de la época. Por ejemplo, La muerte de Mikel, de Imanol Uribe. En este caso, Eloy de la Iglesia sigue las correrrías del Jaro y su banda, delincuentes juveniles, en el Madrid de mediados de los ochenta, con los socialistas en el poder, el postfranquismo y la corrupción policial así como las aspiraciones de un lumpenproletariat marginalizado que no tienen ninguna cabida en la sociedad que se está intentando construir. Es decir, de la Iglesia, aprovechando el alarmismo ciudadano sobre las bandas juveniles y lanzando un anzuelo a la boca del morbo social, el director vasco ofrece una segunda lectura de una España a medio construir, llena de descampados, escombros, sordidez y sueños rotos. Una especie de copia en negro de la realidad contemporánea. Como dice el personaje de José Sacristán, que un chaval de 16 años, en vez de darte las buenas noches, te ponga la navaja en el cuello significa que algo va mal en la sociedad. Desde el punto de vista cinematográfico, la película cuenta con interpretaciones ajustadas (la de José Luís Manzano no es, desde luego, la más seductora), una BSO calorra, una narración férrea y un argumento dramatico que tiene un final a lo Keoma.

sábado, 27 de abril de 2013

Más allá de la tumba

2*

Desconocida película de ciencia ficción de Edward Dmytryk, de comienzos de los cuarenta, que cuenta con el protagonismo del gran Boris Karloff. De hecho, es una de las primeras películas de su director aunque ya había ejercido antes como montador y como asistente de dirección. La historia se basa en un científico que está investigando la comunicación cerebral mediante impulsos eléctricos, hasta que su mujer muere en un accidente de coche. A partir de ese momento, hará lo indecible para comunicarse con el espíritu de su mujer, desde asociarse con una medium hasta robar cadáveres para potenciar el bluetooth de ultratumba. La Columbia se apunta al cine de terror para-científico, estructurando la trama de forma clásica (mad doctor impulsado por un sentimiento noble se deja caer en las manos diabólicas de una concepción de la ciencia fáustica), añadiendo al típico y descerebrado ayudante una serie de curiosos elementos: una figura feerica femenina, una familia protectora, el pueblo receloso y un sheriff racional pero entrometido. Curiosamente, la película reproduce con ciertas variaciones la historia de Frankenstein, según la versión de la Universal, pero también prefigura, por su parte, algunas características del ciclo sobre Poe de Roger Corman. Boris Karloff cumple con su papel, sin llegar al nivel interpretativo de El ladrón de cadaveres o de El héreo anda suelto. El resto de actores, por su parte, pasan sin pena ni gloria por el metraje. 



viernes, 26 de abril de 2013

Cuentos de la luna pálida

4.5*

Hermoso y triste cuento moral japonés, basado en el Ugetsu Monogatari (de Ueda Akinari) y dirigido con la elegancia típica por Kenji Mizoguchi (tercera cabeza del triunvirato formado por Yasujiro Ozu y Akira Kurosawa). La historia gira en torno a las vicisitudes causadas por las ambiciones de dos hermanos campesinos (que viven con sus esposas) y de cómo dichas ambiciones condicionan su respectiva felicidad y la de sus mismas familias (el uno por la atracción del dinero y el otro por la seducción de la guerra). Si bien la historia es, por momentos, un tanto ingenua, Mizoguchi mezcla estremecedoramente bien la realidad (la obsesión por la fama y las riquezas) y lo sobrenatural (un amor que es más bien un sueño de falsa felicidad), el drama y la fábula, como si de un relato de los Cuentos fantásticos del Japón de Lafcadio Hearn se tratara. Por otro lado, la puesta en escena, de una sofisticación lánguida, de una majestuosidad sincera, es digna de admiración, así como el aliento poético de la mirada, la fluidez teatral de la trama y la moralidad de fondo de la historia, todo lo cual entronca la obra de Mizoguchi con la de su discípulo Kaneto Shindō y, por supuesto, con la del maestro Jean Renoir.




miércoles, 24 de abril de 2013

Tempestad sobre Washington

4*

Con la excusa de que el Senado de los EE.UU. de América tiene la obligación de confirmar el nombramiento del nuevo Secretario de Estado, elegido por el propio presidente, Otto Preminger rueda una película valiente y arriesgada sobre los entresijos de las más altas intancias del poder USAmericano. Y lo hace presentado sus luces y sus sombras, sus constricciones y sus libertades, sus prejuicios y sus idealismos, desde una perspectiva que recuerda, no en pocos momentos, a la obra de Gore Vidal. Para ello, cuenta con la ayuda del sintético guión de Wendell Mayes (sí, el escritor de Anatomía de un asesinato), sobre la novela de Allen Drury que, a su vez, se basa en la presidencia de Roosevelt. En el centro de toda la trama, destacan los personajes y sus personalidades: el Jefe de la Mayoría (un estupendo y entregado Walter Pidgeon), el senador por Carolina del Sur (Charles Laughton, en su último papel), el senador Anderson (Don Murray) -que es el presidente del Comité que debe decidir sobre el nuevo Secretario de Estado, el profesor universitario Robert Leffingwell (Henry Fonda)-, y otros personajes interesantes como el Vicepresidente del gobierno y presidente del Senado (Lew Ayres), o el senador Danta, por ejemplo. Preminger no se anda con tonterias y ajusta su dirección al drama político que se desarrolla ante el espectador, abandonando las florituras de todo tipo. En este sentido, abundan los largos encuadres de debate, los travellings sinuosos pero elegantes, los planos generales, etc. Por eso, su dirección es pulcra sin llegar a ser fría y la planificación es un auténtico prodigio, lo que aleja el film del encorsetamiento teatral. Por su parte, Fielding regala una partitura curiosa que no llega a destacar y la fotografía de Sam Leavitt es realmente versatil, tanto en interiores como en exteriores. Por cierto, las escenas dentro del Senado están rodadas en el set que la productora tenía del rodaje de Caballero sin espada.



domingo, 21 de abril de 2013

¿Alguien ha visto a mi chica?

3*

El multimillonario Samuel Fulton (Charles Coburn) decide dejar su fortuna a los herederos vivos de quien fue su único amor. Previamente a la formalización del testamento, se hace pasar por John Smith, un pobre pintor, para averiguar la forma de vida y el carácter de sus legatarios, dando pie a todo tipo de situaciones en las que la enseñanza moral mutua será la regla y no la excepción. Una estupenda comedia de comienzos de los cincuenta (con ligeros toques musicales aquí y allá) pero que se desarrolla a finales de los años veinte, con ese espíritu propio del cine de Frank Capra. Douglas Sirk comienza a despuntar en la disección de las clases medias y altas usamericanas (especialmente de sus vicios, defectos e imperfecciones) y en el tratamiento de los decorados, la luz y el color como transmisores de emociones y de significado. No por casualidad, Sirk había sido alumno aventajado del gran teórico Erwin Panofsky y había elaborado un trabajo sobre las relaciones iconológicas entre la pintura medieval y los miracle plays. Tres curiosidades: en la película se menciona un film de William Wyler de 1928, Anybody Here Seen Kelly?; la BSO tiene una melodía que recuerda a El Mago de Oz; y James Dean aparece fugazmente en una escena de la película.


viernes, 19 de abril de 2013

Demencia (Aka Buio Omega)

2*

Frank Wyler es un joven rico y un taxidermista en sus ratos libres. Un día, tras la muerte de su amada, se propone sacarla de su tumba y embalsamarla pero las cosas se complican cuando un trabajador de una morgue y un coleccionista se entrometan en sus extrañas aficiones. Como única ayuda para sus correrías sádicas cuenta con la perversa ama de llaves, una especie de enfermiza figura materna. Joe D’Amato firma una historia de obsesiones malsanas y mórbidas, más allá de la muerte, con la sombra de E.A. Poe flotando por toda la trama, así como de la demencia que las acompaña, rodada en esa cutrez de Telecolor de la época pero con algún que otro acierto visual. En este sentido, la película recuerda a Macabro o a Nekromantik. El film no es un auténtico desastre, ni en su planificación ni en su montaje pero sí que es verdad que la historia (calcada a la de El tercer ojo de Mino Guerrini) se podría haber contado en muchos menos minutos puesto que casi cada escena se extira de forma protocolaria (es decir, sin motivo ninguno). La verdad es que la película parece un conglomerado de excusas para el despiece y la charcutería más gratuita, aunque algún que otro plano, algún que otro encuadre, algún que otro giro argumental van manteniendo cierta atención. Por otro lado, sin miedo a suscitar el debate, lo más destacable del film puede que sea la BSO de Goblin y eso que, musicalmente, está muy alejada de esa maravilla sónica con la que perfumó Rojo profundo, la obra maestra de Dario Argento.

jueves, 18 de abril de 2013

El ansia

3.5*

Como afirma la autora de la imprescindible Encyclopedia of Gothic Literature, Mary Ellen Snodgrass, las historias de terror “are indigenous to human artistry”. Por eso, a lo largo de la historia de las creaciones humanas, el terror ha permeado tanto nuestras manifestaciones literarias como las visuales. Aunque es con la aparición del medio cinematográfico con lo que el terror como género se hace realmente popular, conquistando casi cada rincón del orbe. En este caso, la historia se remonta al Drácula de Bram Stoker pero actualizando y modernizando cada uno de sus componentes. David Bowie y Catherine Deneuve son los Blaylock, un matrimonio de no muertos, ricos, chics y decadentes, que viven escondiendo a la sociedad su vampírica condición porque, entre otras razones, tienen que matar para sobrevivir. Por su parte, la doctora Sara Roberts (Susan Sarandon), está investigando la posibilidad de retrasar la vejez y, con ella, de alargar la vida, pero su camino se cruza con la del matrimonio Blaylock. Más allá de su esteticismo impenitente, influenciado por la obra de Irving Penn, y de un montaje inspirado en las técnicas del commercial, El ansia es una estimable revisión del mito vampírico, a la luz del movimiento new romantic y mediante una excusa argumental propia de la ultraconservadora década de los ochenta: la de la búsqueda de la eterna juventud. Además, todo se aliña con los correspondientes toques eróticos, sanguinolentos y musicales. Sin embargo, el final es un tanto delirante e inconsistente. En todo caso, se trata de la opera prima del hermano de Ridley Scott, Tony Scott, y (con seguridad) estamos ante una de sus obras maestras, junto con Marea Roja y Amor a quemarropa. Por cierto, al parecer se está rodando una continuación.




sábado, 13 de abril de 2013

Mis 5 imprescindibles de Jesús Franco:


-       Gritos en la noche (1962).
-       Miss Muerte (1966).
-       Lucky el intrépido (1967).
-       Eugénie (Aka Eugenie de Sade) (1974).
-       Los depredadores de la noche (1988).



viernes, 12 de abril de 2013

Piedras

3*
Dedicada a Rosalía Gutiérrez
Dirigida por Ramón Salazar, Piedras es la historia de 5 mujeres que viven y sobreviven al amor, en plan Vidas cruzadas, y a las que se cataloga personal y temperamentalmente por sus pies. Como si de un argumento de Quentin Tarantino se tratare (recordad la obsesión que el director USAmericano tiene por esa parte de la geografía del "sexo débil"), Piedras desarrolla y entrecruza una selección de tipos femeninos en el Madrid del cambio de siglo, dando pie a un retrato amable pero también cruel de la situación de la mujer en la España actual. Una película cuyo paisaje emocional va alternando de la inocencia a la sordidez, de la ingenuidad a la explotación, de la comedia de costumbres al drama social aunque el resultado final destaca por su sutileza y variedad psicológica y, aunque se acerca a las radiografías almodovarianas, también destaca por su evidente personalidad. Desiguales labores interpretativas (obra de un reparto extensísimo, compuesto por Antonia San Juán, Najwa Nimri, Ángela Molina, Vicky Peña, Mónica Cervera, Lola Dueñas, María Casal) y convincente resultado final.



lunes, 8 de abril de 2013

Dentro del laberinto

3.5*

Sarah (Jennifer Connelly) fantasea con que los Goblins se lleven a su hermano pequeño, al que debe cuidar a regañadientes en ausencia de sus padres. Al verse cumplido su deseo, Sarah, arrepentida, se embarca en una aventura que le llevará al interior de un enorme laberinto para recuperar a su hermano de las garras de Jareth (David Bowie), el Rey de los Goblins. La factoria de Jim Henson (creadora de Barrio Sésamo y de Cristal oscuro, por ejemplo) presenta una fábula sobre el paso de la adolescencia a la madurez, es decir, sobre el abandono del característico egoísmo infantil y sobre la construcción de la generosidad y la entrega que se supone deben caracterizar a los adultos. Pero la película también es una fábula sobre el poder de la imaginación y de la fantasía, un poder que puede mejorar la realidad y que crea mundos y nos permite vivir en ellos. El film, mágico y tenebroso a partes iguales (la escena del baile entre Sarah y Jareth es espectacular, en este sentido), está rodado y narrado con ese buen gusto característico de la compañía de Henson. El guión es de Terry Jones (miembro de los Monty Pithon) y es un texto ejemplar por su mezcla de aventuras, drama, romance, comedia y fantasía. Además, el diseño de producción es maravilloso, la música es ya casi un pequeño clásico y la historia está llena de referencias a la cultura anglosajona más exquisita, desde la mitología artúrica a Robin Hood, pasando por El mago de Oz, Maurice Sendak o Lewis Carroll. Para terminar, debido al fracaso comercial de la película, ya que coincidió con el estreno simultáneo de Willow, Jim Henson tuvo que abandonar su carrera como director. Sin embargo, la película ha venido disfrutando, desde entonces, de un seguimiento amplio y fiel por parte de millones de aficionados de todo el mundo. 




Siete mujeres

4*

Decía Tag Gallagher que “el virtuosismo es a menudo más grande en las cosas más sencillas y la complejidad es propiamente la nítida combinación de una multitud de articulaciones simples”. Pues bien, esta firmación se refiere a la última película de un director único. Tras una larguísima y extraordinaria carrera, el maestro John Ford rodó, en 1966, 7 Women, su última película, que fue un auténtico fracaso, tanto de público como de crítica. La historia gira en torno a un grupo de mujeres que viven en una rígida misión evangelizadora situada en medio de varios conflictos bélicos, cerca la frontera entre China y Mongolia. Corre el año de 1935 y el señor de la guerra Tunga Khan está asolando la zona. La llegada de la doctora Ágatha Cartwright (Anne Bancroft), una profesional inconformista y descreída, hará tambalear buena parte del conjunto de convenciones y creencias en el que se desarrolla la vida de este grupo de mujeres (aquí, el esquema es parecido al de Misión de audaces). Ford se despide de la historia del cine con esta tragedia imperfecta, con una cierta inspiración Westerniana pero de una potencia espiritual y vital que contrasta, curisosamente, con el tenebrismo, la oscuridad y un cierto espíritu fúnebre con la que fue rodada. Si alguna vez alguien ha pensado que Ford era un artista dogmático (tanto antes como después de Las uvas de la ira), esta película es la prueba más evidente de su flexibilidad de conciencia, tanto moral como religiosa, y de su profundo respeto por la diferencia y por la tolerancia, algo que ya había demostrado en buena parte de su cine, como en El fugitivo. Pero también lo es como prueba de su enorme habilidad para dar vida a personajes de toda condición, pese a sus clichés y estereotipos. Como curiosidad, se debate si en la película hay o no realmente 7 mujeres o, por el contrario, hay 8, contando a Sue Lyon, casi una adolescente. O contando a la doctora Cartwright quien, de alguna manera, trasciende su condición sexual.



domingo, 7 de abril de 2013

El último cazador

3*

Docudrama en clave de epopeya (o balada) sobre los últimos cazadores de pieles o tramperos del Yucón, la zona canadiense de las Rocosas. El director francés Nicolás Vanier regala la vista del espectador con espectaculares imágenes y soberbias fotografías de la naturaleza en estado salvaje y cuenta una historia interesante y atractiva sobre la supervivencia de una forma de vida, en peligro de extención, que ha basado su éxito a lo largo de los siglos en su respeto de la naturaleza (aunque esto daría pié a una interesante discusión que la película, sin embargo, no plantea). Por su parte, los “actores” hacen lo que pueden para hacer creíbles sus líneas de diálogo y sus emociones. Hay un par de escenas extrañamente musicalizadas con la voz de Leonard Cohen. Sería conveniente que el espectador pudiera comparar con Atanarjuat, la leyenda del hombre veloz (de Zacharias Kunuk), con Hacia rutas salvajes (de Sean Penn) y con Infierno blanco (de Joe Carnahan). O, incluso, con Perdidos en la nieve.