Desconocida película de ciencia ficción de Edward Dmytryk, de comienzos de los cuarenta, que cuenta con el protagonismo del gran
Boris Karloff. De hecho, es una de las primeras películas de su director aunque
ya había ejercido antes como montador y como asistente de dirección. La
historia se basa en un científico que está investigando la comunicación
cerebral mediante impulsos eléctricos, hasta que su mujer muere en un accidente
de coche. A partir de ese momento, hará lo indecible para comunicarse con el espíritu de su mujer, desde asociarse con una medium hasta robar cadáveres para
potenciar el bluetooth de ultratumba.
La Columbia se apunta al cine de terror para-científico, estructurando la trama
de forma clásica (mad doctor
impulsado por un sentimiento noble se deja caer en las manos diabólicas de una
concepción de la ciencia fáustica), añadiendo al típico y descerebrado ayudante
una serie de curiosos elementos: una figura feerica femenina, una familia protectora,
el pueblo receloso y un sheriff
racional pero entrometido. Curiosamente, la película reproduce con ciertas
variaciones la historia de Frankenstein, según la versión de la Universal, pero
también prefigura, por su parte, algunas características del ciclo sobre Poe de
Roger Corman. Boris Karloff cumple con su papel, sin llegar al nivel
interpretativo de El ladrón de cadaveres
o de El héreo anda suelto. El resto
de actores, por su parte, pasan sin pena ni gloria por el metraje.
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