No son pocos los thrillers
USAmericanos que, con la excusa de desvelar un crímen, radiografían una buena
parte de la sociedad del momento con sutileza y profundidad. En el caso de American Gigolo, el sospechoso de un
asesinato es Julian (Richard Gere), un individuo que vende su compañía y su savoir-faire a mujeres muy bien
posicionadas de la zona de Los Ángeles. Sin embargo, alguien parece haberle
tendido una trampa, con lo que comienza a recibir la visita del detective
Sunday (Hector Elizondo), que le acosa para que desvele su coartada así como
algunos secretos de su negocio. Una película fascinante en su primera parte,
tanto desde el punto de vista estético como narrativo, justo hasta que el
protagonista le confiesa a su nueva amante, Michelle (Lauren Hutton), el
problema en el que está metido. Pero la segunda parte desbarra un tanto al
intentar hacer interesante la investigación. Por otro lado, además de las
pesquisas policiales, por supuesto, Paul Schraeder escarba en la moralidad de
una sociedad que vive en un mundo de apariencias y que está podrida por dentro.
Diseñada por Ferdinando Scarfiott, la estética se enriquece al estar explícitamente
localizada a medio camino entre dos épocas, los sueños rotos de los setenta y
la implacable austeridad neoliberal de comienzos de los ochenta, un diseño de
producción minimalista y épico que antecede al de productos como Miami Vice o Heat. La presencia de símbolos, imágenes y referencias dispares
complementan la función: Giorgio Moroder, The
Warriors, The Police, John Hiatt,
Blondie, la música disco, el mundo
gay, el culto al cuerpo, varias veladas alusiones a la Guerra Fría y a Vértigo (de entre los muertos) y otras
más explícitas al mundo de la política. Aunque, en realidad, donde mejor
funciona el film es en el nivel de las pasiones, de la atracción sexual y del amor pero también en el de la
ambición, la culpa y la expiación.
Una película de estas que quedan en el recuerdo aunque los temas que trata son eternos. Los actores hacen un gran trabajo. Estoy de acuerdo contigo que la estética de la película es fascinante, para mi es lo que queda al final – la representación de una época en la que la sociedad experimentó grandes cambios de valores. Como dices la combinación entre la historia de amor/sexo y el misterio del crimen no es perfecta. Mi escena favorita es el dialogo entre Julian y Michelle en el restaurante, frases y miradas sugerentes con doble sentido. Lauren Hutton enamora en esta película. Es tan elegantemente sensual! Tus últimas palabras son muy interesantes ya que el tema de la expiación es algo en lo que llevo pensando un buen rato! Gracias por la pastilla, Zineface! Tengo que hacerme una larga lista de tu blog de las películas que tengo que ver o volver a ver. Un abrazo!
ResponderEliminarEsa escena, precisamente, es la que más recuerda a Vértigo. Hutton y Gere están increíbles moviendo sus piezas en el juego más divertido de la creación: la seducción. Por cierto, seguro que te has fijado en la mirada de Lauren Hutton: rebosa vida y credibilidad. Pues en algún otro comentarío podrías presentarme tus reflexiones sobre la expiación (aquí hemos de recordar la novela de Ian McEwan, así como su adaptación cinematográfica, no te parece?). Un placer leerte, Anónimo. Y muchas gracias por tu comentario. Ánimo con la lista: cada uno arrastra la suya! Otro abrazo.
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