Dedicada a Carolina Mateo |
Renny Harlin, ese director de cine con aspecto de
estrella de rock escandinava, ha dirigido algunas de las bazofias más taquilleras
del Hollywood reciente. Sin embargo, por ejemplo, su remake de El Exorcista es una película sin alma,
que no produce ningún tipo de sentiminto salvo el aburrimiento. Por otro lado,
manejando los resortes del thriller y
del cine de acción, Harlin ha conseguido varias películas tolerables y, sobre
todo, entretenidas. Como muestra un botón: Cleaner,
Máximo riesgo o La jungla 2 (alerta roja). En el caso de esta Memoria Letal, Harlin añade, además, un poco de humor (a cargo del
siempre sobrado Samuel L. Jackson), una heroína a lo Jason Bourne (Geena
Davies, la propia mujer del director), una trama de espías y un crescendo rítmico trepidante y muy bien
conseguido. El resultado es una película espídica (aunque sin llegar al nivel
de Speed), montada con una media de 3
segundos por toma (por obra y gracia de William Transformer Goldenberg), con
esa chulería típica de productos como El último
Boy Scout (con el que comparte guionista), que saca buen partido de las
localizaciones canadienses y con una clásica y rock’n’rollera BSO. Atención al trabajo
de Brian Cox y de David Morse, dos secundarios de lujo.
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