Por indicación de su fundador, el Club de los asesinos
solo acepta un tipo de encargos: los asesinatos morales, diseñados para
eliminar la maldad del mundo en el que vivimos. Sin embargo, el vicepresidente Lord Bostwick (Telly Savallas)
pretende transformar el club en un instrumento al servicio del poder y del
dinero, por lo que urde un plan para eliminar al presidente Iván Dragomiloff
(Oliver Reed), hijo del fundador, a través de un extraño encargo proveniente de
una joven periodista (Diana Rigg). El argumento de la película está extraído de
Asesinatos S.L., una novela inacabada
de Jack London, y se puede apreciar cierta inspiración de El club de los suicidas, la estupenda colección de relatos del
maestro escocés R.L. Stevenson. El film
tiene una entretenida y divertida primera parte aunque tiene una segunda que parece
ceder a las presiones argumentales y coyunturales de la saga Bond y derivados.
Con múltiples referencias históricas, políticas y culturales y un fascinante
diseño de producción, la pelicula muestra todos los colores de la paleta irónica:
desde los más finos hasta los más burdos, al igual que ese humor negro del que
hace gala, por ejemplo, La tienda de los suicidas, de Jean Teulé. Una película muy aconsejable para una tarde de domingo absurda.
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