En una famosa portada de un comic de Mauro Entrialgo, un asesino
encapuchado se encuentra sentado en el water
haciendo sus necesidades mayores. La onomatopeya que se puede leer es
“prefabsprout”. Así, como si fuera uno de esos soniquetes escatológicos tan
queridos por Quevedo o por Mozart. Y la leyenda de la viñeta reza: “el asesino
anda suelto”. Bromas y juegos de palabra aparte, Budd Boetticher le puso el
mismo nombre a este thriller serie B
sobre un asesino que se escapa de la cárcel para matar a la esposa del policía que le recluyó. El asesino es Wendell Corey, el policía Joseph Cotten y su
esposa Rhonda Fleming. La narración es concisa como un relato de Hemingway, los
diálogos secos como los de John Fante y la fotografía, de un noir como solo el cine de Hollywood
podía plasmar (por obra y gracia del luego admirado Lucien Ballard). Un film estimable, muy bien narrado y robusto
en todos sus aspectos técnico-artísticos y que fue estrenado antes de la serie Ranown Cycle, esos 7 Westerns que el director rodaría con
Randolph Scott, amante secreto de Rock Hudson y un actor al que Boetticher
lanzó al estrellato a finales de la década de los cincuenta.
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