El Western USAmericano ha enseñado a millones de espectadores de todo
el mundo que el mal solo puede combatirse con el revólver. Que la injusticia
solo puede erradicarse a golpe de pistola. Es una gran enseñanza, sobre todo
para un país que tiene una Segunda Enmienda y un inalienable derecho a portar y
usar armas. Sin embargo, en buena parte del resto del mundo, las armas no
sirven de mucho. Y las películas que nos cuentan los enfrentamientos de un país
mediante duelos, tiroteos y refriegas subsisten en el lado mítico de la vida.
Debido a ello, esta historia sobre un grupo heterodoxo de luchadores
individualistas, que se unen para luchar contra una banda de corrompidos
matones de tres al cuarto y salir todos ilesos y con sus respectivas mujeres
(el germen de la familia yankee), ya
no nos la creemos. Sobre todo cuando los personajes sonríen al espectador y se
mueven por la trama con claros efectos, movimientos y gestos teatrales. Lawrence
Kasdan intenta remitificar el género,
removiendo un poco las ascuas donde siempre se mantiene calentito, con un film para toda la familia, con un humor
ramplón y socarrón y con una estrategia de marketing
tan avispada como tramposa: llenar el reparto de caras más o menos conocidas pero
completamente ajenas al mundo épico de los centauros del desierto (Kevin Kline,
Kevin Costner, Scott Glenn, Danny Glover, Brian Dennehy, Rosanna Arquette,
Brion James, John Cleese, Linda Hunt, Jeff Goldblum, Lynn Whitfield, etc.). Como
diría Joseph McBride, “the myth of the frontier would not die”, pero, para ello, tiene que disneylarizarse. El resto de
elementos técnico-artísticos parecen calcados de un anuncio de Marlboro. Lo cual no es malo pero,
evidentemente, tampoco es un piropo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario