Luis Buñuel y Jesús Franco son
dos directores españoles que han disfrutado del reconocimiento de la Cinémathèque Françoise, que ha
programado ciclos y homenajes a sus respetivas filmografías. Pero Paul Naschy
es el único artista español que ha recibido un premio, en reconocimiento a toda
su obra, de manos del gran gurú Roger Corman. Y no fue por casualidad: Jacinto
Molina (que este es su verdadero nombre) es uno de los más talentosos y
entregados ex culturistas cinematográficos. De hecho, su dedicación al cine
fantástico y de terror es proverbial. Y una de sus más míticas creaciones es
Waldemar Daninsky, un hombre lobo enamorado (a la manera del de Lon Chaney jr.)
que se enfrenta, periódicamente, a vampiros, espectros y otros seres de la
noche. La noche de Walpurgis, cuarta
entrega de la serie, mezcla con cierta solera elementos de varias mitologías y
tradiciones literarias en un cáliz resultón e interesante aunque arrastra una
concepción algo naive del cine de
género. Aún así, tanto por el encanto que tiene como por la significación
dentro del desarrollo histórico del cine de terror en España, merece destacarse
como una obra icónica y respetable. Lo más interesante del film, junto con la insólita recreación licántropa del propio Naschy
(aquí, además, siendo dirigido por el gran Klimovsky), es alguna escena en
cámara lenta de vampiras en pleno cotarro hemoglobínico. Un clásico de lo que
Carlos Benítez ha denominado los “semblantes del fantaterror” español.
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