Arroz amargo es la historia de un ladrón (Vittorio
Gassman) que sigue a uno de sus cómplices (Doris Dowling), a la que ha
entregado parte de un botín, hasta un arrozal del Piamonte donde se ha
refugiado en plena campaña. Con su llegada, se disparan los celos entre una de
las arroceras, una voluptuosa e infantil Silvana Mangano, y su pretendiente, el
polifacético Raf Vallone. Para complicar más las cosas, Gassman barrunta la idea
de hacer otro negocio ilícito, esta vez robando a las trabajadoras. La verdad
es que el paso del tiempo no ha tratado excesivamente bien a esta mítica
película del neorrealismo italiano ya que, incluso en los aspectos
cinematográficos (meritorios en general) tiene algunos fallos evidentes (por
poner un ejemplo, hay varias escenas de lluvia en las que se ven las columnas
de agua cayendo en primer plano mientras que en el segundo plano no se ve gota
de agua alguna). Emociones básicas (el egoísmo individual frente a la
generosidad del grupo), tosco erotismo, coreografías bizarras a son del boogie boogie, música extradiegética inapropiada
e interpretaciones un tanto afectadas para este melodrama policial desarrollado
en la España (perdón), en la Italia profunda, que ofrece un impactante retrato
del mundo proletario de la época y tiene un clímax
final magnífico. La censura franquista se cebó en las escenas más picantonas
así como en la denuncia de la explotación a la que son sometidas las jornaleras
del arroz. Y es que corría el año 1949. En Cinema
Paradiso se rinde un pequeño homenaje a esta película de Giuseppe de Santis.
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