Un barco
naufraga en una isla habitada por el Conde Zaroff, que ofrece refugio al que parecer
ser el único superviviente. Una vez en la mansión del anfitrión, aparecen dos supervivientes
más. Sin embargo, cansado de las cacerías convencionales, el Conde no es quien
parece ser puesto que ha desarrollado un macabro juego en el que tanto el cazador
como la presa son de la misma especie. Con una sobria puesta en escena y una fotografía levemente
expresionista, el director de King
Kong, Ernest B. Schoedsack (con la colaboración de Irving Pichel), rueda
uno de los clásicos del terror y del suspense de la RKO, sobre un guión de James
Ashomre. El film cuenta con la
interpretación de Joel McCrea y Leslie Banks, además de con la presencia de la
hipnótica Fay Wray. La película quizás no haya conservado la fuerza que en su
momento tuvo (1932) pero, sin embargo, un melodramático zoom a mitad de la
trama, una trampa que será plagiada por Depredador
y la escena final de la cacería en el pantano conservan cierto impacto, tanto visual como
dramático. Años después, David Fincher la incluirá como referente cultural en su versión de los crímenes
de Zodiac. Por su parte, la Productora Amicus recuperaría parte del argumento en La bestia debe morir.
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