martes, 26 de junio de 2012

Rambo

2.5*

En plena decadencia física, Sylvester Stallone emprende la tarea de actualizar sus dos míticas caracterizaciones: Rocky y Rambo. De la película sobre Rocky ya nos ocuparemos en otra ocasión. Bástenos ahora con pastillear la última versión de Rambo, dirigida por el propio Stallone. Desde la primera parte de la saga, Acorralado (tensa película de persecución y supervivencia, dirigida con garra por Ted Kotcheff), Rambo no ha venido representando sino un conjunto de despropósitos belicistas tras otro. Algo que Stallone no olvida en esta cuarta entrega: así, sin ningún subrayado estrepitoso, el musculado director rueda, con más oficio que arte, una competente versión de Rambo, disfrazado de ONG, al servicio de acciones humanitarias y con chica incluida. Ahora bien, si le enfadan mucho, la liará parda porque es lo que mejor sabe hacer: es su esencia, para eso ha sido entrenado. La película está muy bien planificada, montada y Stallone controla a la perfección el ritmo y la tensión. Además, el director se cuida de emitir mensajito o discurso alguno, por lo menos de manera explícita. De hecho, Rambo está realmente parco en palabras, lo cual se agradece. Finalmente, ni se opta por la auto parodia ni por ironizar sobre la saga. Simplemente es una película de acción, con unos efectos digitales ultra gore. Al final, por fin, el sufrido personaje vuelve a su hogar en Arizona. Esperemos que se quede allí una buena temporada (aunque ya se barrunta un Rambo 5).



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