La grabación analógica ha sido
la forma de producción cinematográfica más importante en los últimos 100 años (tanto
por su calidad intrínseca como por la relación entre la tecnología de grabación
y de proyección). Pongamos algunos ejemplos. Alfred Hitchcock rodó varias de
sus películas con la clásica cámara de 35mm Mitchell BNC, con la que hizo un
trabajo excelente en La ventana
indiscreta. Una cámara que reutilizaría Stanley Kubrick en algunos de sus films, como en Dr Strangelove o en Barry
Lyndon (con la consabida adaptación de las lentes Zeiss). George Lucas
utilizó una Panavisión R 200 para rodar La
Guerra de las Galaxias en 1977, una cámara de 35mm (por supuesto) que, al
parecer, se ha subastado por casi medio millón de euros. Como sabéis,
Panavisión casi se ha convertido en el estándar de cámaras de 35mm y, además,
su Panaflex ha sido un auténtico hit
en el mundo de las cámaras portátiles, junto con la Steadicam. Sin embargo, algunos directores se han pasado a la
grabación digital. David Fincher, por ejemplo, ha rodado Millenium con una impresionante Red Epic y Zodiac con una Thomson VIPER FilmStream, la misma cámara con la
que Michael Mann rodó Collateral, apoyado
por el director de fotografía Paul Cameron. David Lynch ha usado una cámara
digital Sony DSR-PD150 en su última película estrenada hasta la fecha, Inland Empire. O Alexander Payne, que ha
grabado con cámaras convencionales y, su última película, Nebraska, la ha rodado con una cámara digital Arri Alexa Plus,
fabricada en Alemania. Por su parte, Paul Thomas Anderson ha filmado The Master con la Panavisión Super 70
(65 HR
Camera) y con un aspect ratio widescreen típico de 1.85:1. Sin
embargo, al escasear los proyectores de 65mm, las innovaciones técnicas de este
formato digital no se han teminado de asentar en el cine contemporáneo. Habrá
que estar atento a las últimas innovaciones técnicas de las cámaras digitales
para ver si, finalmente, se convierten en el standard de grabación y de proyección mundial.
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