Comedia adolescente dirigida por
Larry Cohen, creador de una de las sagas más bizarras de la historia del cine,
la que comienza con Estoy vivo. El
típico padre republicano USAmericano (un moralista hipócrita y campechano)
viaja con su hijo (la estrella del equipo de rugby) a Transilvania en misión secreta. Una vez allí, el hijo será
mordido por un hombre lobo, lo cual le producirá no pocos apuros en el High School donde estudia, una vez de
regreso a su país. Y 20 años después también. Pinceladas sociológicas mordaces,
humor simplón y malcriado y situaciones absurdas son algunas de las
características de este film, un
producto humilde y modesto de comienzos de la ultraconservadora década de los
ochenta, bien rodado y montado pero con un guión que podría haber dado mucho
más juego, como en la simpática De pelo
en pecho, estrenada 4 años después (aunque donde allí hay fútbol americano,
aquí hay baloncesto). En cualquier caso, si se tiene la tarde tonta, se deja
ver sin mayores consecuencias gracias a algún que otro acierto humorístico, a
algún que otro homenaje cinéfilo y a continuas referencias históricas,
políticamente incorrectas.
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